domingo, 4 de marzo de 2012

LLUVIA DE ESTRELLAS

Hace tiempo hice un viaje entre amigos. Fue uno de esos que jamás se olvidan. El plan era viajar a un campamento en San Luis. Teníamos que salir a la una de la tarde para llegar a tiempo, ya que el campamento cerraba a las seis. Aun así decidimos aventurarnos. Se nos hizo fácil por que un compañero llevo su camioneta.
Dieron las ocho de la noche y aun no llegábamos. Para nuestra mala suerte no encontramos ningún hotel con cuartos disponibles. Teníamos hambre y sueño, así que la mejor opción fue buscar un buen lugar y dormir dentro de la camioneta.
Encontramos una gasolinera, que además se encontraba a 10min del campamento. Al estacionarnos nos pudimos percatar que no éramos los únicos.
Una vez instalados conseguimos algo de comer. Estuvimos echando relajo hasta que nos dieron  las tres de la mañana. Como pudimos nos acomodamos en el vehículo e intentamos dormir un rato.
Pasaron treinta minutos y ya todos estaban dormidos excepto un amigo y yo, que seguíamos platicando. El sueño me estaba venciendo, pero un golpe en la ventana me despertó. Mi primer instinto fue voltear a ver a los chicos que se encontraban en la parte trasera. Distinguí a 2 hombres, que pretendían bajarlos uno de ellos estaba armado y les apuntaba. Volví la vista al frente y estábamos rodeados por 5 hombres más. Todos armados. Gritaban que bajáramos, pero cuando quisimos hacerlo uno de ellos dijo: ¡No!, mejor suban todos.
Dos de ellos se subieron con nosotros, uno a manejar y el otro nos apunto todo el camino con su arma. Llegamos a un lugar obscuro y abandonado. Era un cerro. Nos bajaron y comenzaron a despojarnos de nuestras pertenencias. Amenazaron con quitarnos la ropa si era preciso, y de encontrar que alguno se hubiera guardado algo lo matarían. En eso estaban cuando el conductor dijo al otro que se apurara. Al ver a mis compañeros tirados boca abajo y semidesnudos, no pude evitar recordar esos periódicos amarillistas que enmarcan cadáveres abandonados en cualquier lote baldío. Ya me veía en una portada de ese tipo.
Lo único bueno de esa noche fue el cielo. Tuvimos la suerte de ver la lluvia de estrellas. Resulto impresionante jamás había visto algo igual.
En cuanto amaneció caminamos hasta encontrar una carretera y de ahí a la policía. Todo el día se fue en declaraciones. Al caer la noche, por fin íbamos de regreso a nuestras casas. Al llegar me di un buen baño y dormí como si no lo hubiera hecho en meses. Prometí no volver jamás.

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